Existe un viejo proverbio indio que dice que “La tierra no es un regalo de nuestros padres; sino un préstamo de nuestros hijos”. Detrás de esta simple frase se esconde una visión alternativa al espacio-tiempo común, en la que el presente es deudor del futuro. Es la explicación de que nuestros hechos incidirán más de lo que pensamos en nuestros hijos. Al igual que hicimos nosotros con nuestros padres: ellos pagarán nuestros errores y disfrutarán de nuestros aciertos. Un punto de vista que en la actual sociedad “desmemoriada” de “hoy y ahora mismo” parece utópico, pero que es imprescindible a la hora de poner en marcha un proyecto a largo plazo. En Navarra ya se pagó con la escisión entre PNV y EA y puede que pronto nuestros hijos tengan que pagar el final de Nafarroa Bai como esperanza del cambio en la Comunidad Foral. Por eso, creo que es necesario hablar de los intereses con los que devolveremos a nuestros descendientes ese instrumento de cambio que nos prestaron y que, según parece, no sabemos gestionar.
No creo que es nada nuevo recordar la ilusión que despertó Nafarroa Bai en la sociedad navarra y también en la vasca. Era la alternativa que convertía daba fuerza al vasquismo en la Comunidad Foral y que abría una puerta al cambio político en la misma. Eran muchos años de “caciquismo” de UPN; años de ataques a todo lo que oliera a “Lingua Navarrorum” y de escorar Navarra hacia el Sur, olvidándose de que el Norte también existe. Tampoco es nuevo recordar que la sumisión del PSN al PSOE chascó las ilusiones de muchos que pensaban que los “años negros” terminaban y que no se imaginaban que aquella macabra coalición iba a ser el laboratorio del posterior Gobierno vasco presidido por Patxi López. Y qué decir de la “buena acogida” que dio la “izquierda abertzale” al proyecto, atacando sin parar porque veían que se les acababa el liderazgo del vasquismo en el Viejo Reyno. Pues parece ser que no recordamos todo eso y nos centramos en despellejarnos hasta que estos tres vértices se coman nuestra carroña y dejen a nuestros hijos sin la carne que nos prestaron. Nuestras contradicciones han sido más fuertes que nosotros y parece que esto toca a su fin. Un sueño truncado por peleas internas. Los intereses partidistas han primado encima de los intereses navarros. Justo lo que tanto se critica. Ver para creer.
Decía Jonathan Swift en su obra El Arte de la mentira política que: “considerando la natural propensión del hombre a mentir y de las muchedumbres a creer, confieso no saber cómo lidiar con esa máxima tan mentada que asegura que la verdad acaba imponiéndose”. Yo, parafraseando al escritor inglés, quería preguntarme: ¿qué hace falta para que lo que une a Nafarroa Bai se imponga a lo que le separa? Muchas veces cuando un matrimonio está a punto de divorciarse, los padres piensan en los niños; en qué será de ellos y en su porvenir. Quizá sea hora de que quienes llevan Nafarroa Bai piensen qué será de los navarros que queden huérfanos de una herramienta creada para impulsar otra forma de hacer las cosas en su Tierra. Puede que sea tiempo de dejar de mirarnos al ombligo y de plantearnos seriamente si no merece la pena seguir adelante ante un triunvirato agresivo UPN-PSN-PP y el terrorismo totalitario de ETA con la complicidad de Batasuna y su entorno. Entre la obsesión antivasquista y el “tiro en la nuca”; aprovechemos Nafarroa Bai para que nuestros hijos le den un uso mejor que nosotros. Al fin y al cabo, son ellos quienes nos lo han prestado.
Xabier Etxebarria
Utzi iruzkina